En Paso Córdoba los Notros viran hacia los ocres, los Ñires enmarcan los primeros manchones de nieve con un carmesí.
El camino que bordea el lago rumbo a Villa La Angostura con los álamos amarillos espléndidos, enormes velas encendidas, como los del Anfiteatro en la Ruta 237 hacia Confluencia. Los costados de los caminos se bordean con los frutos extremadamente rojos de la Rosa Mosqueta, como los Sorbus, contradiciendo al amarillo de sus hojas. Todos muestran su extrañeza porque el Sol se aleja en el hemisferio Sur y ya no cuentan con la brillantez de su luz y su templada presencia.
Las aves también anuncian el equinoccio del Otoño y con su canto comienzan a despedirse las bandurrias y las golondrinas prometiendo volver en Primavera. Los que no migran buscan inquietos un sitio protegido para sus nidos.
La presencia del hombre en la Naturaleza muestra en los jardines públicos y privados de la ciudad cómo las plantas exóticas acompañan el cambio con sus follajes vibrantes como los de algún Acer, los últimos pimpollos de rosas y el fulgor de los Asters, porque el otoño también tiene sus flores y frutos coloreados. En las calles de Bariloche, Prunus, Espinos, Sorbus y Notros interpretan igual sinfonía.
Es época de recolección de manzanas en el lo que comenzó por ser el País de las Manzanas hace más de un siglo atrás. En la Península San Pedro, un lugar donde existieron plantaciones de frutales, en Colonia Suiza, donde los suizos llegaron para dialogar con la nobleza de su próspera tierra. En los bosques de pinos los pobladores buscan hongos para secarlos al calor de los primeros fuegos de sus chimeneas.
El Otoño es la estación del año que se identifica con la melancolía de las despedidas y ha sido fuente inspiradora para la poesía, la música y la pintura impresionista, impactados por el paso del tiempo. Es el ciclo necesario para todo renacimiento. Durante el invierno las hojas ya caidas serán el nutriente que necesitan las raices para resurgir nuevamente con su mensaje de vida. Para los jardineros es tiempo de mucho trabajo, de replantear los espacios de su jardín y su huerta, plantar los bulbos que florecerán en Septiembre-Octubre, dividir las matas para reproducir nuevas plantas, abonar la tierra y empezar a pensar en cómo proteger a las que no soportan el frio invernal.
Cada planta lo está diciendo a su manera, está expresando su ser y lo hace con una intensidad de colores indescriptible. Sólo falta caminar por los bosques, pasear por las montañas, asomarse ante tal magnificencia, para escuchar sus voces.
Fuente: www.bariloche.org